Tras perder a su hijo en un accidente, Mac McDonald se
sumerge durante 17 años en la amargura y el dolor, arruinando las Relaciones
con su familia, convirtiéndose en un hombre enfrentado con Dios y con todo el
mundo. Su carrera en el departamento de policía también se resiente hasta
llegar a una situación incendiaria cuando le asignan como compañero a Sam
Wright, pastor a tiempo parcial y un cariñoso padre de familia.
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